Les compartimos estos mini ensayos creados por les integrantes del colectivo como una tarea en la reflexión de la actualidad mundial y nacional. A partir de la pregunta: "¿Como nos imaginamos un mundo mejor?" escribimos nuestros sueños utópicos y distopias que no pueden dejar de cruzarse en el camino. Desde el punto de vista personal de cada une, abordamos la información, los hechos y las ideas para generar debates, los cuales compartimos en formato de podcast en nuestras redes sociales.
Lxs invitamos a leer y reflexionar junto a nosotrxs.
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Pensemos en la utopía, en cómo invertir, revertir o subvertir el orden de los factores para hacer posible el sueño. El sueño existe, aunque se nubla ante la imposibilidad de imaginar el futuro. ¿Qué visualizamos cuando pensamos futuro? Ya no son los supersónicos, ya no es el socialismo. Aparecen imágenes mucho más oscuras, donde la naturaleza se hace presente en la ausencia. La vida se dificulta ante el deterioro de los suelos, la escasez del agua, la irrespirabilidad del aire.
¿Entonces dónde cabe la esperanza? ¿dónde entra la idea de futuro?
Pareciera, que en la destrucción de todo lo que conocíamos como realidad. Las lógicas del extractivismo, sobreconsumo, individualismo, se nos presentan como una tarea urgente de derribar. La idea de que unos pocos se privilegien de unos muchos se hace imposible de sostener. ¡Algo va a caer! Algo tiene que caer si queremos subsistir como humanidad, o incluso: existir.
Los hospitales no sólo deben ser públicos desde la lógica del estado que conocemos. Deben estar abiertos a la comunidad. Sus trabajadores y trabajadoras deben tener autonomía y organización entre diversos territorios. El hospital debe ser la escuela, el recreo y el huerto. La salud como eje y como centro. La salud debe respirar en cada movimiento que hacemos. La distinción entre expertos e ignorantes debe desaparecer. La medicina debe estar al alcance no sólo en cuánto acceso, sino también en tanto soberanía. Conocer de química, biología y arte. Porque sin creación, sin cuerpo, sin interacción no podemos sostener y edificar el mundo mejor.
Y es que no estamos progresando, el mundo no camina hacia adelante, ni hacia atrás. No estamos imaginando ni mirando nuestra historia, no estamos escuchando las memorias. El sistema de hoy sólo ha mirado el ombligo del presente, sólo ha querido saciar la gula insaciable de la acumulación de riquezas.
Cuando un ser despreciable hace unos años le gritaba a los trabajadores del Mc’Donalds: “Quiero mi cuarto de libra con queso ¡AHORA!” nos estaba mostrando la radiografía más certera del mundo que se estaba empezando a cuajar, un mundo que se construye devorando a los demás.
Pero ya basta. El vuelco de la tortilla es imprescindible. Preparémonos para cocinarla con sabor, para que se agigante el corazón y la distancia nos una con más fuerza.
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Si me lo preguntas enserio...mis respuestas son variadas y no dejan de florecer más preguntas. Lo que viene a continuación es el primer vómito. Por un lado tengo la idea de un futuro donde la Madre Tierra será diosa respetada por tod@s sus habitantes, y ella misma se encargará de eliminar a la especie que intenta destruirla. En este caso, les humanoides con sus fuerzas militares y atómicas, sus modos de organización piramidales, y su falta de querer a el resto de seres que habitan en el planeta, harán de su pick, la razón de su muerte. Y nace esta pregunta entonces: les humanoides son hij@s de la tierra? la tierra permitió su evolución? la tierra tiene mecanismo auto destructivos y por eso creó a esta especie? Entonces que? Seguimos destruyendo lo poco que va quedando? Al parecer les humanoides tenemos una tentación por el sufrimiento generalizado, guiando siempre la manada hacia la jerarquía- Pero y qué pasa con mi querer real, que pasa con lo que veo en mis compañeras de vida, generaciones directas que despiertan y reclaman...Chile despertó, Chile despertó? El sentimiento de injusticia se lleva en el ADN y nos acostumbramos a vivir pagando, pero Chile despertó? Latino américa despertó? desde cuando? es un proceso de años. Más allá de nuestras abuelas y abuelos, más allá incluso. Es como un hilo del pensamiento, no podríamos identificar su inicio, por tanto llegaríamos a la conclusión de que el inicio fue desde el primer aliento de consciencia. Y con toda esta mierda que no repara ni conlleva, imagino un mundo donde cada ser pueda desarrollarse, pueda ejercitar su cuerpa y sentir endorfina, conexiones reales con árboles y tierra de montana, baños salados en el mar como parte de rituales bondadosos. Un mundo de búsqueda de conciencia ambiental, espiritual, animal, sexual, colectivo. Donde puedas ser, donde tengamos oportunidades de vivir en campos, de plantar, de cosechar oxígeno, de trabajar la creatividad, de reír a carcajadas y cantar desde el alma. Apasionado y a la vez disciplinado en su quehacer, equilibrado teniendo una rutina entretenida de vida, con buenos y malos momentos, pero con herramientas para sobrellevarlos. Me imagino un mundo sin la banca, sin dinero, sin capitalismo, sin feudalismo, sin imperialismo, sin herencias patriarcas, y eso ya sería imposible, eso sería una ilusión. Entonces me imagino un mundo nuevo, que al parecer solo podría ser cuando la madre tierra se le acabe la paciencia. O cuando el suicidio colectivo esté de moda, como canción de reggaeton. Y de seguro pensaran, es la salida fácil...entonces dime...es fácil enfrentar a la muerte?
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Hablar del mundo post pandemia, en plena pandemia. Un ejercicio no fácil cuando a cada noticia que recibimos se nos aprieta el corazón, pero cuando el cerebro empieza a funcionar, y la mente a ir a esos pensamientos que nos hacen caminar, esas utopías que nos hacen despertar, esas distopias que no nos dejan dormir, el corazón bombea con más fuerza, y el tiempo empieza a andar a otro ritmo.
El tiempo anda a un ritmo vertiginoso, es como si el tiempo se fuera a acabar, son tantas las miserias por cambiar, son tantas las lecciones por sacar, son tantos los libros por leer, son tantas las necesidades por cubrir. Me quiero comer el mundo, como un durazno jugoso, disfrutarlo cuando chorrea por mis labios. Pero el mundo cada vez está más amargo.
Para pensar en mis utopías, la distopía también toca mi ventana en las noches, la televigilancia y el estado policial, en países como China o Corea donde hay más cámaras que humanos, mientras aumentan las cifras de fallecidos por el covid 19, donde podríamos quedarnos sin ancianos en el mundo, que puedan descubrir la vacuna a todas las viariantes del covid a un precio que solo los países imperialistas puedan costear para sus clases altas. El capitalismo podría volverse más brutal con la creación de nuevas armas nucleares para destruir naciones infectadas, una nueva vacuna que necesite químicos que generen gases que profundicen el efecto invernadero y aceleré una consecuencia trágica planetaria, una ola de migrantes que sin hogar ni nación, entre las alambradas, ahogados escapando de sus naciones, una vida donde los links de tus publicaciones determine tus derechos sociales.
¿Cuál es mi utopía? Galeano tenía esa frase tan linda que la utopia es el horizonte que me permite caminar. Mi utopia no es ensueño, no es solo resistir, si me preguntas mi respuesta es el comunismo, no como una idea, si no como un objetivo político totalmente presente, no en el horizonte, si no una perspectiva totalmente actual.
Mi pelea es por un mundo donde desde pequeño podamos aprender de lo que queramos, donde nuestres maestres sean guias que nos ayuden a descubrir, donde podamos entendernos diferentes, y podamos desarrollar nuestras capacidades libremente. Sin castigos.
Un mundo donde el trabajo nos pertenezca, sean nuestros medios de producción, donde todos ganemos lo mismo, y podamos desempeñar labores donde nos podamos desarrollar.
Donde les trabajadorxs puedan reconvertir sus empresas, con energías renovables. Quiero con un mundo donde las fabricas nos produzcan a un ritmo loco para terminar destruyendo nuestro planeta, si no lo necesario. Una sociedad donde el progreso no este “contruido, pues con cuotas de la miseria” como decía Recabarren hace 110 años.
Un mundo donde las y los niños sepan de las ciencias, del arte, de la historia, y que sepan que es un mundo que si pueden construir y transformar, no como este falso mundo que nos dicen que podamos cambiar pero nos hacen ser números, en la escuela, en la ficha social, en el hospital. Un mundo donde la materidad sea deseada no impuestas a la mujeres, donde sin importar sexo, identidad, raza, origen, puedas desepeñarte en lo que quieras.
Mi pelea es con un mundo donde todos los saberes de la tecnología estén al servicio de la humanidad, donde no tengamos que pasar por sufrimientos innecesarios a los que hoy nos lleva el capitalismo.
Una sociedad donde todos tengamos un hogar, donde no tengamos que competir para tener más que el otro, pues todos tendríamos nuestras necesidades cubiertas. Donde la manera de organizar las ciudades, sean obras donde arquitectos, ingenieros y sus habitantes quienes determinen como construirlas.
Sueño con un mundo donde el arte, la creatividad no sea ciencia de unos pocos, donde la musica, la danza y el teatro puedan ser parte de nuestras vidas. Centro de abastecimiento que sean monumentos artísticos, fabricas del calzados con nuevos diseños, hospitales con música en vivo.
Donde las cuerpas sean libres, las voces que puedan tener diferentes melodías, y los pelos diferentes colores.
Me gustaría hacer un montaje teatral gigante, que retratemos cuando nos tomamos el poder, cuando terminamos con el capitalismo, cuando aniquilamos el dinero. Cuando nacionalizamos, gestionar la banca, abrimos los libros de contabilidad y construimos escuelas amplias, con parques, hospitales amplios calentitos.
Me gustaría que en esa obra podamos hacer catarsis de ese día, de que con el llanto, la risa, la expresividad podamos rendir homenaje a todas a aquellas personas que dieron su vida por una sociedad diferente.
Mi pelea es por un mundo donde la vida se pueda vivir plenamente, y que cuando llegue la vejez, el ocaso, mirar la muerte con otros ojos, sin sentir que nos faltaron hacer tantas cosas, decir tantas cosas, hablar tantas cosas, cambiar tantas cosas.
Donde el tiempo corra a otro ritmo, cuando disfruto el tiempo es infinito, esa es la vida que quiero, donde el tiempo nos pertenezca y podamos disfrutarlo a concho, donde no existan límites a nuestra imaginación. Por ese mundo me despierto cada día, y lucho por él.
¿Cómo será el mundo post pandemia?
Eso solo depende del curso de la historia, y la historia se mueve por el ritmo y la dinámica de la lucha de clases, el movimiento real de las cosa. El hambre, la cesantía, desocupación, la crisis social, económica, sanitaria, dan muchos más motivos para la irrupción violenta de las masas, de una nueva generación que no le debemos nada al capitalismo!
Si avanzan las protestas, huelgas, coordinaciones, virtuales si es necesario, organismos de lucha y auto-organización, peleas por condiciones de seguridad, higiene, superando las dirigencias políticas conciliadores, si surge con fuerza una alternativa que se proponga organizar la fuerza necesaria para enfrentar el capitalismo y sus miserias, quienes se apropien de las mejores lecciones de la historia y abracen las ideas revolucionarias, creo que ahí podremos dar vuelta la tortilla por estas utopías y para ir por más.
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“Llevamos algún tiempo vagando. Mi madre nació en la delgada cornisa que era abrazada por las montañas. En ese tiempo el mar era un amigo y no un depredador de tierras. Los picos de estas montañas por las que vagamos, eran espacios poco explorados para su gente. Sólo algunos tenían la posibilidad de recorrerles, con sus equipos desarrollados para la altura, la nieve y el frío extremo. Nosotres vagamos con lo puesto, porque no conocemos la altura, ni la nieve, ni menos el frío. Sólo Escapamos del agua mientras al mismo tiempo la buscamos desesperadamente. Dicen que si seguimos hacia el Norte encontraremos franjas más amplias de tierra donde la gente cultiva. Dicen que han creado microclimas, y que a veces hasta llovizna. No sabemos si podremos llegar, tampoco si nos aceptarán.
El mar ha dejado de devolver cuerpos. Eso ya es parte del pasado. Un pasado oscuro dónde el verbo “enterrar” fue sumergido sobre una lápida salina.
Mi madre fue una de las sobrevivientes del escarnio, en un mundo que pareciese ser parte de un cuento macabramente fantástico: Existía tierra por montones, pero no todos podían utilizarla. Las personas vivían en delimitaciones llamadas “Países”, y aunque existía un líder en ellos, quienes realmente tomaban las decisiones eran quienes tenían el papel verde. ¡Y no, no hablo de hojas! Aunque existía biósferas llenas de vegetales y criaturas vivientes, el teleencefalo altamente desarrollado del humano, sólo veía en elles “Materia prima” para lo que pudiese ser producido por su pulgar oponible.
Así por el cedazo humano, lo viviente era un potencial objeto inerte que, al tiempo de uso, debía eliminarse.
-“Lo que en tierra es hecho, al mar deshecho!”- solía decirse, sin percatar la subida del termómetro y los océanos.
Lo que siguió después fue rápido: Una pandemia mundial producida por la explotación de especies silvestres, muerte, hambrunas, rebeliones, represión y autoritarismos violentos. Los países se armaron hasta los dientes ladrándole a sus vecinos mientras el agua salada se les subía al cuello. La tierra se convirtió en el bien más preciado, porque el papel verde simplemente se hunde.
Mi Madre fue parte de la mayoría de quienes debieron retroceder, buscando lugares altos más allá de sus fronteras, encontrando, sin embargo, el boleto de ida, hacia las islas de basura flotante, más grandes que los continentes mismos.
En tierra se secaban o se incendiaban los boques; en Mar nunca los hubo. EL Hambre y la Sed fueron el catalizador del fin. –Pueden imaginarse en qué se convirtió el océano-.
Ya han pasado décadas y no podría imaginarme ese mundo que tantas veces me han contado. Las personas tampoco son como cuenta el cuento. La vida de nuestro pueblo es importante, pero más aún la de los enormes ancianos verdes que esperamos encontrar. (Esos bosques, esas selvas de las que tantos nos hablaron). Viviendo sobre objetos inertes, no comprendemos la necesidad de tenerles ni acapararles. Hemos creado tecnología desde lo precario. Los sobrevivientes de las islas, la hemos usado para convertir el agua salina y el aire en agua potable y para hacer nacer vida en pequeña escala. Ya contamos con pequeñas reservas de flora, y ansiamos poder observarla en su forma nativa.
Sabemos que en tierra han tomado opciones parecidas. Pero sus herramientas son más avanzadas, y cuentan con pequeños ecosistemas que sobrevivieron a las sequías.
Es la primera vez que cruzamos el mar para encontrarles. Es hora de volver a conectarnos. Es hora de colaborar.”
TAREA URGENTE
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